martes, 2 de junio de 2015

Dios se quedó sin taxista


“No me dejo de nadie” y “el que me las hace me las paga”

Estas eran las frases más utilizadas por Oscar, un joven alto, moreno, apuesto, con labios gruesos y peinado a la moda, siempre tan elegante y cautivador, atributos que causaba atracción en muchas chicas, pues las mujeres para él ciertamente no eran una preocupación.

Su personalidad era algo elocuente, pero no era de esas personas que parecen plata que agradan a cualquiera, contaba con una certeza y dominancia en sus decisiones y en toda su manera de ser.

Lo que Oscar decía, se hacía; no sé si el machismo lo caracterizaba, pero su mal genio y carácter fuerte evidentemente sí.


No con esta descripción quiero dar a entender que fue malo. No, al contrario nadie por muy perfecto que parezca es bueno del todo. Muchas experiencias me tocó vivir con este joven, pues convivir con él como parte de tu familia de una u otra manera fue una gran práctica.

Ciertamente llevaba el título de mi cuñado, no el mejor de todos, por supuesto, pero si aquel que conquistó a mi hermana por 5 años consecutivos y sin duda llenó su vida de diversas anécdotas. 


Me consta que mi hermana se desveló infinitas noches por aquel susodicho. En vez de Oscar debieron ponerle Juan, porque el si era una cruda versión del Don Juan de la sociedad. 


Mi hermana es una rubia alta, de cuerpo esbelto y cabellera larga, con ojos verdes y educada, atributos que volverían loco a cualquier hombre en este país. Sin embargo no fue del todo suficiente, puesto que mi hermana afirmaba haberle aguantado centenares de “cachos” a Oscar, palabra que comúnmente utilizamos en Venezuela para referirnos a la infidelidad de la pareja.


Meses después supe que esa larga relación había terminado y le pregunté a mi hermana cual era la razón para haber tomado tan repentina decisión, pregunta que me contestó muy segura de sí misma gracias a que nuevamente una infidelidad había invadido su relación.


No puedo corroborar si esa afirmación era cierta, desconocía la nueva conquista de mi cuñado, pero si sabía que Oscar acostumbraba a ello y que seguramente en unos días más a mi hermana se le pasaría el enojo y volverían a la rutina de años que estaban acostumbrados.

Me equivoqué, indudablemente, mi hermana tiempo después comenzó desde cero con otro joven muy distinto a Oscar sin duda alguna, pero me alegraba porque la veía feliz aunque esto a él no le causaba lo mismo porque nunca pudo asimilar la perdida de mi hermana.

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, dicho que vale la pena destacar en este caso.

Oscar no siempre era malo, el era emprendedor, echado pa’ alante, carismático y la autoridad en su hogar debido a la ausencia de sus padres en tan pequeña familia. Su logro más resaltante fue su título de ingeniero, el cual recibió, (aunque no estuvo presente) que llenó de orgullo y satisfacción a sus más allegados.


Lo último que escuché de él que por estar de taxista fue asesinado de múltiples disparos en una de las avenidas más transitadas de la ciudad de Valera; el móvil que aun se maneja es el robo, aunque confieso dudar de esa hipótesis, porque ningún ser humano por muy posesivo y busca pleito que sea merece perder la vida de esa manera. Y eso sin mencionar de que al parecer fue golpeado antes de su asesinato.

Aparentemente el carro no fue hurtado más bien dejado en el lugar del hecho junto con el cuerpo sin vida de aquel joven que salió un sábado en la madrugada a taxiar y una carrerrita le costó la vida. 


Lo único que puedo suponer es que quizá Dios se quedó sin taxista y contrató a Oscar por urgencia.

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